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Neuroplasticidad

 

La plasticidad cerebral, neuroplasticidad o plasticidad neuronal es el potencial que posee el sistema nervioso de adaptarse y reestructurar sus conexiones nerviosas en repuesta a la experiencia sensorial, la entrada de nueva información, el proceso de desarrollo e incluso el daño o la disfunción.

 

El funcionamiento y la estructura del cerebro pueden cambiar a lo largo de la vida como respuesta a su entorno, gracias a la capacidad de las neuronas para regenerarse y constituir nuevas conexiones sinápticas. Como consecuencia de ello, el cerebro puede reponerse de trastornos o lesiones, y limitar los efectos de alteraciones estructurales provocadas por determinadas patologías.

 

El cerebro regula la mayoría de las actividades del organismo. Nos convierte en lo que somos, subyace tras las emociones, el pensamiento o la memoria. Las personas mostramos una gran diversidad de conductas, habilidades y temperamentos que parecen hacernos únicos. Esa diversidad tiene su origen en el carácter indudablemente particular que posee el cerebro de cada persona. Interaccionar con el entorno en el que vivimos transforma nuestra conducta y nuestra forma de pensar, al modificar nuestro cerebro. Hasta hace unos años, la comunidad científica creía que esta capacidad se restringía únicamente al período de desarrollo del sistema nervioso. Fuera de éste, se consideraba que el sistema era inmutable y reacio a la reorganización.

 

Hoy en día sabemos que un cerebro adulto puede cambiar. La experiencia puede alterar el uso que hacemos de la información genética y producir modificaciones de la estructura y del funcionamiento cerebral. Incluso el propio pensamiento, derivado de la actividad del cerebro, puede modificar el funcionamiento de éste. 

 

La plasticidad cerebral no fue aceptada hasta finales del siglo XIX, pues anteriormente no se creía que este órgano pudiera cambiar.

 

En el siglo xx se puso de relieve su papel central en la constitución del cerebro desde la concepción hasta la muerte del sujeto. En los últimos tiempos, la revolución epigenética, que ha puesto de manifiesto la influencia del ambiente, ha permitido conocerla mejor, las opciones de intervenir en ella y sus ites.

 

La primera y más intensa manifestación de plasticidad se produce durante el desarrollo, cuando proliferan las neuronas y se establecen las sinapsis. A partir de ese momento, el cerebro reduce su capacidad de modificarse, aunque no desaparece, por completo, lo que abre a la ciencia una ventana de posibilidades.

 

El descubrimiento de que nuestro cerebro puede modificar su estructura y su función a través de la experiencia ha abierto la puerta a intensas investigaciones orientadas a indagar las bases de la plasticidad neuronal y las posibilidades de aprovecharla en nuevos tratamientos para enfermedades o trastornos mentales que pensábamos incurables.

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